sábado, 26 de septiembre de 2020

CARTA A MI AMIGO JOSÉ BELTRÁN PEÑA: Por ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

 

CARTA A MI AMIGO, EL POETA JOSÉ BELTRÁN PEÑA - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)



CUENTOS DE MI TIERRA: EL PRECIO DEL SOMBRERO: Por OLIMPIO COTILLO CABALLERO


 


 

CUENTOS DE MI TIERRA


EL PRECIO DEL SOMBRERO 


 


                               Por  Olimpio Cotillo Caballero




         Cierta vez se encaminaron por sinuosos senderos un padre y su pequeño hijo. El párvulo cabalgaba un brioso caballo, en tanto que el padre, los conducía a pie, jalando la brida.


            Las horas habían consumido las energías y el sol recalentaba las sienes. Desde la ceja de costa, habían escalado hasta la cresta de la sierra.


            Estaban por lo más escarpado del camino de herradura y los precipicios se agigantaban hacia el fondo por donde apenas se distinguía el hilo de un riachuelo, cuyo murmullo llegaba de rato en rato junto al tibio viento de la quebrada.


            De improviso, como si alguien hubiera dado un rebencazo al caballo, éste se encabritó, saltando con la cabeza erguida o levantando las ancas para dar coses al aire, en tanto que papá, prendido de la brida trataba de calmar al solípedo.


-So…so…caballo…sooooo.

 

            Pero la bestia no entendía nada, por el contrario trataba de deshacerse del niño que estaba prendido en sus ancas. Sus débiles piernitas hacían lo indecible por permanecer en el lomo de la bestia. Prendido fuertemente de la crin del animal enfurecido, gritaba a más no poder, hasta que al final, no pudo soportar tanto corcoveo  y cayó pesadamente junto a una enorme roca.


-!!Allaauuu guagualláaa…¡¡¡ gritó el padre pensando que ocurría lo peor.


            Corrió hacia el niño dejando la soga del caballo que huyó desbocado en loca estampida por la parte alta del sinuoso camino, en tanto que el sombrero del niño rodaba lentamente por la pendiente rumbo al precipicio.


            El padre tomó a su hijo entre sus brazos, lo examinó, lo cargó, lo besó una y mil veces, enjugó sus lágrimas y le preguntó intrigado:


-¡Qué te duele hijito?


-Nada papá…caí como a un colchón de plumas.


El padre, al notar que estaba sano su hijo del alma, lo dejó que se pusiera de pie y al mirar hacia el precipicio, distinguió que el sombrero del niño, seguía rodando lentamente como una rueda. Trató de ir tras la prenda para atraparlo, en eso escuchó a su pequeñuelo que le decía:


-Papá…Deja que el sombrero se vaya…Un sombrero podemos comprar, pero si tú te caes, un papá no podré comprar.


            El padre conmovido por las palabras del niño, volvió hacia su chiquillo al que lo colmó de besos y mimos. No se explicaba cómo un pilluelo de esa edad podía pensar de esa manera.


            Padre e hijo siguieron caminando cuesta arriba, como si nada hubiera pasado…

           

            Al tercer día en que el padre devolvía el caballo a su dueño, éste muy socarronamente rompió en estrepitosa risa para hacer saber que:


-Recién el día anterior, había domado al caballo.



 (*) Del libro: Cuentos fantásticos con alma humana de OCC, ediciones KAFE. Pag. 219 al 223

martes, 8 de septiembre de 2020

¿PREMIO NACIONAL DE LITERATURA O PREMIO NACIONAL DE NEGOCIO DE LITERATURA? Por MIGUEL GARNETT

 ‘Premio Nacional de Literatura’, o ‘Premio Nacional de Negocio de Literatura’?





Miguel Garnett
, en escrito dirigido al Ministerio de Cultura del Perú, reflexiona en torno al Premio Nacional de Literatura 2020.

LE MOT JUSTE

En su libro Cartas a un joven novelista, el Dr. Mario Vargas Llosa hace hincapié en el uso en cualquier escrito de le mot juste –es decir la palabra precisa–, y con esto estoy totalmente de acuerdo. Hay que hablar y escribir con claridad y llamar las cosas por sus propios nombres. ¿Por qué, en este momento, me preocupo de esto? Es porque discrepo con lo que el Ministerio de Cultura llama Premio Nacional de Literatura 2020.

Como escritor en Cajamarca, conversé con la Sra. Directora de la Dirección Desconcentrada del Ministerio de Cultura sobre la posibilidad de postular para el Premio. Ella tuvo la gentileza de apoyarme cien por ciento. Juntos estudiamos las Bases del Concurso y llenamos los formularios – dicho sea de paso, una tarea bastante ardua. En el número 5 de las Bases notamos que dice: Solo la editorial (persona jurídica y persona natural con negocio) puede postular a la presente convocatoria con las obras literarias que haya publicado. Confieso que hicimos caso omiso a esta frase la persona natural con negocio, simplemente porque no vimos ninguna conexión entre la tarea de escribir una novela y tener un negocio. Fue un gran error nuestro porque me ha llegado una observación que informa que una investigación en la SUNAT revela que soy una persona sin negocio. He preguntado si hay una manera de subsanar esto y la señorita que trabaja en el Ministerio me respondió gentilmente que no. Insistió que era muy claro en las Bases que la persona natural postulando tenía ser una persona con negocio.

En mi caso admito que no solo no tengo negocio, sino soy tan inepto en la materia que no sería capaz de vender un plato de cebiche a una persona rica con hambre.

Manifesté a la señorita mi extrañeza con respecto al requisito de tener un negocio y pensé: Cuando he participado en campeonatos de karate-do, jamás me pidieron que tenga un negocio para vender ropa deportiva o preguntar si tuviera un restaurante. Con paciencia, la señorita me explicó que debería leer con más atención que la finalidad del concurso era visibilizar la labor a de la industria editorial en el Perú. Por este motivo, los autores de las novelas presentadas tenían que tener un vínculo con el negocio de vender libros. Entonces --observé-- este es un concurso para estimular la venta de libros y, en vez de llamarlo ‘Premio Nacional de Literatura’, debe ser ‘Premio Nacional de Negocio de Literatura’.

Lógicamente, no me ha quedado otra opción sino retirarme de postular para participar en el concurso y, al hacerlo, pienso que lejos de estimular la creatividad literaria en el país, lo que está haciendo el Ministerio de Cultura es estimular el negocio de la literatura. En este contexto, pienso en lo que ha dicho últimamente el Papa Francisco con respecto al orden económico que debe regir en el mundo, un orden en que la persona humana esté en el centro, no el dinero.

En este concurso, el escritor independiente no solo no está en el centro, simplemente no está. Esto me molesta a mí, pero también debe molestar a todos los escritores que no están vinculados con un editorial y que están trabajando por su cuenta. He asistido a varias reuniones de escritores y siempre he sentido el gran gusto de compartir con personas creativas, listas a compartir sus conocimientos y sus experiencias. Todos estos creadores y creadoras merecen ser estimulados en su labor literaria como seguidores de una herencia nutrida de la literatura nacional. Por tanto debe haber un concurso nacional que estimula específicamente la creatividad literaria.

No me opongo a concursos para negociantes y a estos se pueden llamar a todos los hombres y mujeres de negocios que haya en el país. Pero, invitar a escritores a participar en un concurso que a fondo es de negocios me hace recordar una anécdota supuestamente relatada en conexión con el gran pintor Vicente Van Gogh. Se dice que una persona observaba un cuadro de Van Gogh y le preguntó: ¿Por qué no pintas una silla en que se podría sentar, en vez de aquella toda torcida? Van Gogh respondió: Si quieres una silla para sentarse, llama a un carpintero, no a un artista.

Amigos del Ministerio de Cultura, si quieren estimular negocios, llamen a empresarios y no a escritores.

Atentamente,

Miguel (Michael) Garnett.
DNI. 26606222.

Cajamarca, setiembre, 2020.



domingo, 6 de septiembre de 2020

URPICHA . Por ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

  


U.R.P.I.C.H.A
.  .
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

Ayer,
envuelto
en la cobija
del tiempo
aquieté la furia
de la acerba lluvia,
que en penumbra caía
sobre las calinas tapias
de mi alma prisionera.
.
Hoy,
el viento trae el alba
a la negra cordillera,
perfumada de colores,
de retama y malva.
.
Ya despierta el tauri,
también el Huandoy,
y el trino en la pradera;
pronto se dormirá la tarde
bajo la blonda sombra
de una nube viajera.

Huascarán, 5 SET 1981

"Escrito en la piel de la mágica montaña, una madrugada de cansino andar por las ríspidas veredas de la Cordillera Blanca". NAB
 
 
                        

CUENTOS DE MI TIERRA: CASTIGO CASI ETERNO. Por OLIMPIO COTILLO CABALLERO

 

CUENTOS DE MI TIERRA

 
 
CASTIGO CASI ETERNO

 
Olimpio Cotillo Caballero

    Cuando el niño Luis, tenía un amigo varios años mayor que él, siempre aprendió lo que sus abuelos le narraban cuentos, a veces llenas de alegría de sus personajes y en otras dignas de derramar unas cuantas gotas de los ojos.
    Tirados en el verde pajonal como si solos ellos existieran en este mundo, Macario, amigo de Luis, reproducía esos cuentos de leyenda que su abuelo paterno le había hecho escuchar en noches de luna llena.
    Macario se trasladaba a viejos tiempos y lo que decía lo volcaba con tan patético gusto, que sus personajes cobraban vida.
    Decía Macario que, en el paraíso de bellas flores, árboles preñados de sabrosos frutos, arroyuelos de cristalinas aguas, vivía como el más mimado de los pájaros, el zorzal cuyo plumaje era de vivaces colores y su cantar era tan melodioso que embelesaba a las demás aves.
    El jilguero decía que cantaba mejor, el canario celoso de los halagos, también reclamaba la preferencia, el ruiseñor igual.
    Y no faltó un asno que desde la pradera, decía: ¡Silencio mosquitos!, mi rebuzno es incomparable, porque hago callar a todos para que escuchen mi cantar sonoro y acompasado.
    Hasta que un día, uno de los tantos santos que hay en el cielo llamó al zorzal y le ordenó con carácter de muy urgente:
-Zorzal, anda donde mi abuelita y dile que recoja inmediatamente el maíz, el trigo, la quinua y todo lo que ha tendido para que se seque, -y mirando al cielo agregó- porque ve viene una lluvia copiosa que puede barrer con todo…Pero vuela antes que caigan las primeras gotas.
-¡Muy bien San Quirquincho!, dijo el zorzal y emprendió el vuelo fugas.
    Estaba a medio camino y en eso distinguió a su amada por quien era capaz de cualquier sacrificio. Hizo un quiebre en su vuelo y aterrizó en la rama donde su amada se acicalaba las plumas con coqueta parsimonia.
-Justo estaba volando en tu búsqueda, mintió a su amada y ésta orgullosa fingió ignorarle.
-No creo –dijo la hembra altanera con cierto desprecio- estarás haciendo un mandato de tu jefe que te tiene como esclavo.
-¡¿Esclavo yooo?!...- protestó el zorzal- Jamás. A mí nadie me manda.
-Ja,ja…Te apuesto a que no eres capaz de acompañarme al riachuelo de aquí cerca para tomar unos baños.
    El zorzal, no pensó dos veces y acepto la invitación.
    Llegaron al riachuelo y de inmediato comenzaron a zambullirse, a sacudirse las alas, no faltaron mil piruetas, especialmente del zorzal macho que para exhibirse y  decir que era un completo atleta, entraba y Salía de las profundas aguas con donaire y mucha picardía. En ese trance, una ponzoñosa espina, le causó una herida en alguna parte de su cuerpo, pero el zorzal aguantó el dolor y disimuló la circunstancia.
    Pero la pareja no pensó que se desataría una torrencial lluvia que ennegreció el paisaje e inundó los caminos y aumentó el caudal del riachuelo.
    Y para sorpresa de la pareja, los mil colores de sus plumas comenzaron a desteñirse, quedando solo un plomo desteñido.
    La hembra al notar que cambiaba de color, se echó a llorar a mares y el macho se acordó del mandato que le hizo santo Quirquincho.
    Arrepentido de su desobediencia, sin despedirse de su prenda querida, echó vuelo rumbo a la casa donde se había tendido los granos, pero no encontró ni rastros, todo había sido barrido por la torrencial lluvia.
    Entonces, urdió una historia y se dirigió hacia santo Quirquincho. Cuando estuvo en su presencia, fingió sumisión y humildad.
    El santo, anticipándose a una información falsa, fingió no conocer la realidad, aunque ya había castigado quitándole los colores de su plumaje. Pero de todos modos le preguntó:
-¿Lograste recoger los granos a tiempo…?
-Mire mi gran señor, cuando me ordenaste a que avisara a la dueña de la hacienda a que recogiera los granos de la cosecha, fui como el viento, pero en eso un cazador intentó matarme a tiros con su escopeta. Desafiante le grité: A mí imposible que me mates, porque tú tendrás tu escopeta, yo tengo mi “pishcopeta”. El cazador se enfureció por mi desafío y luego de cargar su arma de dos cañones, apuntó bien y disparo, pero solo me causó una herida.
-¿Podrías mostrarme esa herida?, le dijo el santo.
-Claro mi Señor. Levantó la cola y de verdad tenía una herida, pero no como decía él, producido por una escopeta, sino era producto de un hincón de una espina.
-Ajá, dijo el Santo y luego le preguntó: ¿Y sabes por qué ha cambiado tu plumaje, tan bello y llamativo de tus plumas?.
-No señor…
-Por tu culpa, nadie tendrá qué comer durante el año…todas las cosechas se lo ha llevado la lluvia, dijo el santo y luego pronunció unas palabras equivalentes a una maldición: “El color de tu plumaje y de todas tus generaciones se quedará así desteñido y la herida que tienes en tu trasero se volverá costra y nunca desaparecerá en toda tu dinastía hasta la consumación de los siglos”. Has desobedecido mis órdenes y esas dos cosas las pagarás por desobediente.
    El zorzal voló a un árbol solitario y allí lloró a mares ofreciendo mil arrepentimientos, pero todo fue en vano. El castigo del santo, ya estaba dictado
    Desde entonces, el zorzal tiene una costra, que debe servir de escarmiento a todas las especies de la tierra que no obedecen el mandato Divino.
                        
Huaraz, 29:08:2020

EL RETORNO DEL POETA: Por JUAN CARLOS PRIOTTI

 


EL RETORNO DEL POETA
 

 Por JUAN CARLOS PRIOTTI
 
 
 Cortesía: Luis Albitres Mendo

Cuento galardonado en el Concurso Anual de Narrativa (Julio 2020) organizado por el Instituto Peruano de Cultura en Miami - Florida - USA

Marchaba hacia días sin nombre,
pero el terruño
lo llamaba con fuerza irresistible.

Esteban Valoy, quería escribir en un intento de liberarse de la congoja que le producía el retorno, de la ansiedad hacia la que lo llevaba ese monótono traqueteo del tren, ese borroso sucederse de árboles, casas y gente que estaba más allá de la abierta ventanilla. Quería ser, necesitaba ser, absolutamente sincero consigo mismo. Desentrañar hasta que punto esa nostalgia suya era auténtica, tenía un fondo de verdad que podría, mañana, justificar con un poema.    

¿Cómo, en qué momento comenzó a escribir? No lo supo hasta desandar el camino del retorno a sus raíces. Cuando llegó a la casa que nació y amó, sintió una soledad que tenía olor a humedad y vejez, y que temblaba en cada cuarto vacío. En la penumbra había un silencio mucho más hondo, que no le pertenecía, y al que se entregaba sin fuerzas, ni palabras… Algo así como sentirse morir de a poco, con la certeza de que nada de lo anterior, de lo conocido y vivido, era realidad ya. Durante segundos que parecían horas, su vida no tenía más horizonte que una soledad sobrellevada con indiferencia, sin dramatismo. Había cicatrizado en él la vieja herida que se llamó ausencia, había logrado reducir su existencia a la rutina de recorrer el patio solariego, contemplando la tarde bajo el pabellón del centenario laurel.  

Así fue como floreció el poema. Esteban Valoy ahora estaba allí,  frente a los recuerdos. Hacía apenas una hora que había retornado. Todavía tenía los ojos húmedos. La tristeza lo rodeaba con sus grandes brazos. Pensaba  que su corazón era como un gran hueco  oxidado, como un gran pozo de soledad. No, él no podía creerlo. Por el lado del cerro hasta donde terminaba el valle, la tierra sin árboles trepaba por sus ojos a cascada, ni una sombra brindaba frescura al paisaje. El escondido son del tiempo que ahonda perfiles en el alma, pasaba y lo rozaba con la mirada alzada en abandono. De su alma habíase adueñado la soledad, de tal modo que no tenía palabras para expresar la tristeza de sus propios pensamientos. Hasta que entró en un remanso de profunda meditación, algo extraño y rebelde le recorrió todo el cuerpo, y los versos surgiéronle solos. Comenzó a escribir:

                                   Con esta voz que me desvela fundo la memoria
                                   al contemplar en este tiempo de lo efímero,
                                   la muerte de los árboles y el vuelo de las aves
                                   que migran en los peldaños del viento.
                                   Esta imagen apenas alcanza para un silencio.
                                   Puede ya la tarde reflejar en mi corazón
                                   el verde de las muertes en verde primavera,
                                   contenida en la orilla más amarga de mi llanto.

Recordó la casa en que vivió la niñez y la adolescencia, esa antigua casa de madera y chapas de cinc, con galería en frente y un jardín de geranios y jazmines. Y el patio solariego bajo el laurel centenario. En aquel entonces, él tenía 15 años y un prolongado sueño, que solamente sabía de la historia que comenzaba con este viaje en el tiempo hacia las raíces. Después contempló el cielo de velados sentires en las nubes, y durante minutos interminables era todo él una sola llaga ardiente. Luego vino la reflexión del poema. Prosiguió escribiendo:

                                   Este es mi agraz tiempo, digo, y no me asombra
                                   soñar despierto con mi tierna nostalgia de niño,
                                   que me convierte en el poeta que siempre debí ser
                                   la radiante luz de la luna en la noche interminable.

     El recuerdo de la infancia estaba allí, y aún le hablaba como en días distantes:
- Nunca te dejaré solo. Hasta desde la muerte habré de acompañarte, porque te pareces demasiado a un niño. Y yo necesito ser la sangre del lado izquierdo de tu corazón, donde está la vida que vendrá a beber.

     Sonreía tristemente. No, nunca podría olvidar aquellos recuerdos que habrían de acompañarlo para siempre. Pensó que, tal vez cuando sea viejo y la proximidad de la muerte borre definitivamente todos los recuerdos tristes y las soledades, irá en busca de aquel niño que tanto añoró. Ahora podía escribir:

                                   Y me pregunta el sol en el estambre de la tarde,
                                   ¿cuánta semilla crece en la tierra de mi sangre?
                                   La vida sin dolor no existe pero me muestra
                                   lo que es verdad y lo que es leyenda.
                                   Mas la razón me enseña que todo importa
                                   en este siempre nacer con la sed y la nostalgia.

Recordaba todo, también aquel otoño en el que estrenó un trajecito de marinero, y andaba por calles abandonadas. Recordaba versos escritos en la sonoridad del canto inolvidable del zorzal chalchalero. Poco después supo que no podía vivir sin respirar el mismo aire. El cielo bajó hasta él, y una estrella le iluminó los pensamientos. Eso fue el principio. Y eso fue todo. Luego se inclino sobre el papel en blanco para escribir:

                                   Aunque el sueño queme y me parta en dos la vida,
                                   el conjuro se extiende tan pronto mi corazón
                                    toca el fin de un suspiro demasiado hondo,
                                   sólo por estar libre y vivo sin contar las horas
                                   hasta verterme aquí, con este asedio de la palabra.

Una gran ternura le iba invadiendo el alma a medida que escribía, rodeado de una aureola de luz que sahumaba una madreselva. Era indudablemente su mensaje cósmico hecho poema, y lo veía crecer en la sublimación. Entonces surgió la otra estrofa:

                                   Soy esta brizna este soplo del sol que me alumbra
                                   para mirar la caída del tiempo en el vacío,
                                   por donde sube a deshora la savia de un pasado
                                   del que apenas heredo su ornada transparencia.

     Si, cuánta luz en el paisaje manso, cuánta luz dueña dolida del verde ausente, ahora la penumbra estaba con él. Porque de esa luz nacía su mirada, en que se deleitaba a solas con el recuerdo, signado por el paso del tiempo. El valle de agudos ecos y pastos grises, se estaba mereciendo la estrofa. Continuó el poema:

                                    He nombrado mi tierra y le escribo desde el amor
                                   tejido con los hilos de una larga ausencia.
                                   Pero a tal suerte de hurgar con la mirada distante
                                   en la urdimbre de su vasto cielo, yo estoy tan cerca,
                                   ¡tan cerca que me pierdo en la luz de su tiniebla!

      Después el sol como una gran boca de sangre que se comía el horizonte de cerros,  sentimentalmente le recordaba momentos vividos en comunión de sueños. La luna, por ejemplo, esa eterna cómplice de Afrodita donde la poesía no tenía palabras, o aquel amanecer que lo sorprendía después de recorrer la noche contando estrellas. Ahora él estaba allí, ausente y presente de tan extraña manera, desovillando recuerdos y olvidos. Encendió un cigarrillo y entornó los ojos para reconstruir la imagen del tren que lo trajo hacia largos días de felicidad. Se dijo en voz alta:

- La felicidad no tiene historia y si lo tiene, se escribe en otra forma, con otro lenguaje…

     Luego irrumpió el silencio, un silencio cómplice que le permitía escuchar las voz de su pensamiento recordando todo, una casa, un árbol, un cielo, una lágrima. Y sin caer en los extremos de un monólogo infinito, decidió escribir la última estrofa:

                                   Por maldad o por olvido algunos sueños perecieron
                                   para volver a nacer con este retorno a mis raíces,
                                    siendo sublime epifanía sobre atalaya de pájaros
                                   en un desierto que media entre el humo y la ceniza,
                                   donde un laurel sueña con su sombra perdida
                                   junto a mis lágrimas que vierto en dulce intimidad.

     Dejó el lápiz sobre la mesa por unos minutos y sonrió. Por primera vez sonrió sin tristeza. Leyó lentamente todo el poema, y levantó los ojos hacia el crepúsculo que comenzaba a teñir de rojo la cima de los cerros. Volvió a recordar la historia de pobreza y de coraje que había sido la de su niñez y adolescencia, y al releer el poema en voz alta le pareció que el crepúsculo sonreía.

     -Oh, mi Dios… -dijo casi feliz. Volvió a tomar el lápiz y escribió el título sobre la primera carilla:       
                                               Sombras de mi Valle Azul

 Y al mirar el cielo con los ojos húmedos, comenzó a llover una lluvia de árboles y de pájaros sobre el valle. Después, en una regresión de imágenes, recobró el rostro de aquel niño añorado, diciendo:

-Tú sabes, sueño mío, que no es cierto. Pero toda verdad necesita de una pequeña mentira…

 La noche entraba por la ventana y la luz de las primeras estrellas ya estaba en el corazón de Esteban Valoy.

martes, 1 de septiembre de 2020

SHOGACUY, PINQUICHIDA, CONVITE Y ENTRADA DE LA FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN. Por ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

MARTES, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2020

SHOGACUY, PINQUICHIDA, CONVITE Y ENTRADA DE LA FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN- POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

 


La Vergne, 01 de septiembre de 2020

HOLA SHAY:
ACTIVIDADES DEL 01 DE SEPTIEMBRE

SHOGACUY 
.01:00 / 06 a.m

PINQUICHIDA

09:00 a.m. En la casa de la Estandarte.

10:00 a.m. En la casa del Inca.

11:00 a.m. En la casa de Rumiñahui.

12:00 m.    En la casa del Capitán.
 
CONVITE 

01:30 p.m. Banquete ofrecido por el Capitán y el Inca.

ENTRADA

03:00 p.m. Concentración de funcionarios y público en la Plazuela de Bolognesi (Quihuillán) e inicio de los juegos con caramelos, serpentinas y pica pica por las calles de Chiquián.

05:00 p.m. Quema de tendida de cohetes ofrecido por la Capitán y captura del Inca en el estadio de “Jircán”.

06:00 p.m. Baile en casa de la Capitán.

10:00 p.m. Presentación musical, baile y quema de castillos a cargo de la Capitán. 
 
Apuntes chiquianos...
 
u

 
FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN
 
VII

SHOGACUY, PINQUICHIDA, CONVITE Y ENTRADA
 
   1 DE SEPTIEMBRE
 
  Día del Capitán y del Inca
 
  Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
  Shogacuy
.
Con un considerable descenso en el afecto religioso, se intensifica el ánimo festivo a partir de la medianoche, cuando el Inca y Rumiñahui visitan con música, avellanas y chingurito las casas de sus guelis, familiares y amigos para asegurar su apoyo durante la Entrada. Tocan la puerta y al abrirles convidan un trago de licor que es agradecido con un billete que prenden en el poncho del visitante y el pañolón de su esposa o pareja. Similar actividad realiza el Capitán junto a los miembros de su comitiva, que en muchos casos culmina a las 8 de la mañana. También visitan a los mercachifles. Ídem los cuartos de los hoteles cuando el alojado es un familiar o amigo nada tacaño.
 
 


 
 
Un día antes del Shogacuy los asesores financieros del funcionario hacen un inventario de las viviendas preferidas, para así garantizar el prendido de dinero 'contante y sonante' hasta en los ribetes del poncho y los flecos del pañolón, aunque por ahí no faltan papeles moneda falsos que no pasan ni como limosna para invidente.

El poncho chiquiano que usa el Inca y Rumiñahui, así como el Capitán y su comitiva durante el Shogacuy y demás actividades nocturnas, es patrimonio histórico de nuestra América Morena. Sobre su textura se firmó la Capitulación de Ayacucho. 
 
  .Desplazamiento y Pinquichida
 
 



 

La llegada a la vivienda del funcionario durante las visitas es precedida por el Inca, Rumiñahui y las pallas. Luego ingresa el Capitán y su comitiva. La Pinquichida empieza cuando culmina el ritual establecido. La melodía de la orquesta, los cánticos de las pallas y la coreografía de fiesta se desarrollan en la casa de cada funcionario visitado.

En esta actividad los repartos de chicha y colaciones no faltan. También intervienen botella en mano los familiares del funcionario. Todos demuestran sus condiciones físicas durante la correndilla (trencito), sobre todo la capacidad del hígado para procesar ingentes cantidades de trago, donde las pallas son las preferidas de los “santos varones”, empeñados en embriagarlas, sin percatarse que los familiares de las pallas las cuidan dándoles durante le baile  botellas tapadas con un flor conteniendo chicha morada.
 


 
A partir de esta fecha el Capitán y su comitiva recorren las calles del pueblo y alrededores con sus caballos adornados de espejos, escarapelas y una castilla aliancista, cahuidista o tarapaqueña sobre la montura y el lomo, al compás de la banda de músicos que interpreta variado repertorio.
 
 
 
 
Los ancestros de los caballos bolognesinos fueron cabalgados por los gloriosos Húsares en la batalla de Junín (6 de agosto de 1824) y en la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824).
 
 Convite

Este día el Capitán y el Inca ofrecen un almuerzo especial a todos los que asisten a sus casas. Aún no he tenido oportunidad de asistir a uno de estos grandes banquetes, pero sé por boca de personas de buen diente que son agasajos hasta chuparse los dedos. No visito Chiquián en época festiva desde el 2010. Del 2011 hasta hoy, 1 de septiembre de 2019, he disfrutado en la lejanía las fiestas de Santa Rosa en Chiquián y la fiesta de San Francisco de Asís en Lima, en imágenes y sonidos emotivos, gracias a los envíos en vivo y directo que recibo de amigo Vladimiro Reyes Gamarra y mi hermano Felipe.
 


 
Mi tío Pablo Calderón Anzualdo, siempre recordaba el banquete en nuestra casa solariega de Jircán, la vez que mi padre desempeñó el cargo de Capitán. Tío Pablito ofició de Abanderado en aquel año de los cincuentas. Decía que mi padre, comitiva, amigos y familiares, decidieron organizar un festín masivo para el recuerdo donde todos saboreen los potajes chiquianos preparados con abundante carne traída de las manadas de Tupucancha y Sapahuaín, y arenosas papas de Roca y Huacacorral. Primero enviaron portaviandas repletos de potajes a las casas de los guelis, luego, en estricto orden de llegada atendieron al pueblo y amigos visitantes de otros lares; después sirvieron a los invitados especiales y finalmente a los organizadores: Capitán, comitiva, amigos cercanos y familiares. La cantidad y calidad de los alimentos y bebidas fue igual para todos los comensales que quedaron pachajuntas con la comilona de la fiesta tradicional más grande de la tierra de Luis Pardo, bajo las vibrantes notas de dos bandas de músicos: Llipa y Huari. Este modelo de atención comunal fue replicado en los años siguientes con gran acogida por los funcionarios y el pueblo.
 

.Entrada - Guerra de caramelos y algo más

.
 
Desde las 3 de la tarde del 1 de septiembre, el Inca, Rumiñahui y sus huestes se concentran frente a la plazoleta de Quihuillán. A esta hora todo esta debidamente coordinado para que la Entrada sea un espectáculo de primera.
 
Mientras dura el tic tac de espera los balcones que penden sobre la ruta de despliegue se conglomeran de familiares e invitados; las esquinas son copadas por los numerosos visitantes de los poblados vecinos, que desde muy temprano acuden a participar del evento y llevarse chichones y caramelos 'despostillados' para saborear durante el retorno a sus pueblos.
 
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Tan pronto el Capitán y su ejército de caballos y mulitas toman su emplazamiento en Quihuillán, se inicia la Entrada, recorriendo el Jirón Comercio, la plaza mayor, el Jr. Dos de Mayo, Jr. Leoncio Prado y la plaza de toros de Jircán. La comitiva del Capitán hace su peregrinaje sujetando las riendas de la cabalgadura con una mano y empuñando confites con la otra, siendo atajados con palos de maguey por los familiares y amistades del Inca, bajo una copiosa lluvia de municiones dulces de todo tamaño y sabor, así como manzanas, huevos y tomates que caen como granizo de colores, 'todos contra uno y uno contra todos'. Últimamente, con el cuento de que es una actividad ecológica, lanzan ocas, mashuas, retoños de calabazas, cuilumpis (bellotas) y limones. Muchas damas chiquianas, al paso de los funcionarios por el frontis de sus casas descuelgan del balcón con una cinta un presente familiar: botella de champán, ramo de rosas o una jaula con un par de palomas o conejos.

Viene a la memoria la tarde del 01 de septiembre de 1962 en plena guerra de caramelos, cuando el infante Miguel Arturo “Cholito Corazón” Barrenechea Ibarra, ampayó a la musa de sus sueños oteando la Entrada desde el balcón de la familia Garro. Con disimulo cambió de mano el puñado de golosinas que sostenía y se quedó con un caramelo "Cocoroko" en la palma derecha. Apuntó poniendo el proyectil en el ojo derecho y cerrando el izquierdo estiró el brazo como mira telescópica, lo encogió y lo extendió con alma, vida y shongón (shonqon), lástima que el proyectil se quedó pegado a la melcocha que exudaron las golosinas. 
 
 
 
 
Debido al estiramiento muscular por el esfuerzo, estuvo una semana con ancocoto (macurqui) en el hombro derecho. Mi entrañable amigo "Cholito Corazón", compañero inseparable durante las fiestas de Santa Rosa en los años de mi infancia, falleció en Buenos Aires el 23 de diciembre de 2017. Oremos por su alma buena.
 
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Los sombreros de paja de los funcionarios, bufandas, capuchas tipo fraile, tucumanes, chalinas, gorros, mantas, pañolones y corazas de cartón o de pellejo bajo el poncho habano, son las mejores defensas contra los 'cazadores furtivos', que no escatiman nada para aprovechar la ocasión y acribillar a caramelazo limpio a una desprevenida 'víctima', en un concierto de bombardas y avellanas que disparan al aire los coheteros, para quienes este día es el de mayor suerte, pues reciben de regalo hasta media docena de cajetillas de cigarrillos para el encendido de los fuegos pirotécnicos de carrizo, mecha y pólvora negra.

En ocasiones los caballos del Capitán y comitiva sacuden sus cabezas resoplando sus congestionadas narices, y levantando sus patas amenazan clavar sus cascos en el pecho de los protectores del Inca y su séquito real, mientras algunos 'incautos' resbalan y caen al suelo del susto o pierden el equilibrio por los cuilumpis y tomates que yacen reventados en el piso, y los 'pasteles verdes' que van dejando a su paso los equinos de cuatro patas.

Las tendidas detonan con gran estruendo en la plaza mayor y el estadio de Jircán; pero en esta última la cosa es seria, ya que retumban tan fuerte y cargadas de humo que hasta el más 'valiente' tiembla por temor a los cohetones que salen disparados por todos lados, en tanto los encabritados caballos dan vueltas sin control y los curiosos se escabullen para no recibir las feroces coces.

Esta actividad llega a su cúspide cuando el Inca se escapa del estadio de Jircán o es atrapado por el Capitán en la segunda vuelta, previo pago de una multa simbólica que hace efectiva el perdedor. Cuando el Inca desaparece del estadio no se hace esperar: "beschashay, pobre Capitán, el Inca se ha escapado trepando la tribuna como el gato Martín".
 
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El general Rumiñahui, encargado de la protección del Inca, pasa muchas noches en vela cavilando con su estado mayor la mejor estrategia para evitar la captura del soberano:
 
1. Suplantar al Inca cuando las tendidas de fuegos artificales hacen de las suyas con sus estallidos ensordecedores y humo negro cubriendo la retirada.
 
2. Colocar un muro de amigos emponchados por donde saltar sin riesgo al "Coso" y fugar por Cruz del Olvido.
 
3. Tejer en el momento más apremiante de la segunda vuelta una red humana impenetrable.
 
Son tres de varias tácticas de escape que se utiliza. Los asesores del Capitán hacen lo propio para contrarrestarlas.

Cierta vez asesoraron al Inca, así: 

-  "Shay Inca, contrata al Topo para que te ayude a escapar, dicen que se fuga las veces que quiere del penal de Huaraz".

Se selló el pacto, el Topo se encargaría de la fuga, lástima que el Inca fue capturado sin resistencia alguna.

¿Qué pasó?:
 
Los asesores del Capitán, gracias al infiltrado que pusieron entre las huestes del Inca se enteraron del "As bajo la manga", y utilizando como señuelo los torneados encantos de una "Mata Hari andina" dejaron knock out al Topo hasta después de la Entrada.

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La Entrada finaliza cuando ambos bandos se confunden como hermanos fraternos  durante la huaylishada, aflorando así el mestizaje; es decir, la huaylishada identifica el temperamento chiquiano de dos mundos, con alegría, hermandad, música y baile, constituyéndose en el alma de la fiesta. 
 
Después la concurrencia se dirige a la casa del Capitán donde les espera el baile, buena comida y abundante licor, mientras el pueblo aguarda en la plaza mayor una colorida presentación musical invitando al baile, y de yapa, el encendido de un nuevo castillo de fuegos artificiales.