martes, 21 de mayo de 2024

EN EL MES DE LA MADRE ( 3 ) : TRÍPTICO PARA ANGELA ROBERTINA: LA EXTRAORDINARIA CANCIÓN QUE MORABA EN TI

¿QUIÉN NO AMARÍA A UN ÁNGEL ?  CAJAMARCA-PERÚ-AMÉRICA ANDINA:  LA CANCIÓN QUE MORABA EN TI


TRÍPTICO PARA ANGELA ROBERTINA ALBITRES MENDO


RECORDANDO SU CUMPLEAÑOS: 15 DE ENERO
 
Óleo-Retrato pintado por el pintor trujillano ROBERTO RAMOS DE ROSAS

LA EXTRAORDINARIA  CANCIÓN QUE MORABA EN TI


Por  LUIS ALBITRES MENDO


ANGELITA,  dulce nombre que sabe

de tardes alborotadas con niños retozones

a la vera de calles o en los campos florecidos

de alfalfa y maizal en la frontera del río

cuando azulean moradas, anaranjadas o gualdas

las mariposas convertidas en brillantes gemas en el aire.


Ellas ensayan rebeldes caracolas inventadas

Sobre corolas de rojas flores silvestres.

El mar aún no estaba en tu lenguaje

Pero qué bien te hubiese sentado,

Esmeraldina lumbre en tu rostro de marino matiz.


Enamorada del Amor, no encontraste un alma gemela

Pero tú seguiste amando a los seres humanos.

Tus amigas y familiares más próximos

supieron sagaces descubrir temprano

la extraordinaria canción que moraba en ti.

 

Por eso vivías transmitiendo ondas mágicas

Desbordando energías que revolotean airosas

Para amenguar tristezas. Era fácil,

Se impregnó en nosotros la perenne primavera,

que imprimiste en nuestras mentes,

¡Hermanita del alma!


Laboriosa hasta el cansancio

resplandecía tu sencilla reflexión

en tus quehaceres diarios,

descubriendo plenitudes  para hacernos

felices por encima de todo.


Compartías la dicha que anidaba en tu alma,

obsequiabas serenidad, seguridad y cordura

y tu acogida afable hacía que los niños

nos sintiéramos inmersos en el reino

de la paz e incólumes.


Estrella refulgente, plena de amor a tus semejantes,

descollabas en simpatía y despampanante atracción.



VERDES FLORECÍAN TUS PUPILAS

 

Bella cual mediodía en verano

irradiando clorofila, verdes florecían tus pupilas

repletas de transparencias sonrientes.

Tu presencia reflejaba iridiscencias de sol,

destellos, rumores, alegría soberana,

tan servicial y oferente, tu bondad

prendía luces en el alma.


Manos de Ángel revolotean alrededor nuestro,

el resultado esplende en exquisitas ofrendas.


Suntuosas auroras, rosicler.

De la campiña toda la energía

reverdece en tu afán maternal.

Protectora diamante frente al mundo,

recuperando albricias en largas faenas matinales.


Wilson, Juan Manuel y Víctor, tus adorados hijos,

recuperan constantemente dulces remembranzas,

esparciendo brisas de tu noble ternura,

franca rebelión de magnolias y rosas.


Tu ensueño encalló en días infaustos,

pero jamás pasó por tu mente la molicie

y más bien resolvías con inteligencia

las minucias cotidianas de la vida.


ANGELITA, muchachita de prosapia solar,

Peregrina andante, cabellera al viento,

Mamá decía que eras la más diligente,

Para ti no existía menester sin solución.

De tus manos brotaban pececillos o aves

y la luna o los luceros eran solo

fantásticos rezagos de sueños y alboradas.


Joven te fuiste y la hermosura de tu espíritu

permanece lozano y notable en el recuerdo

perdurando intacto en la memoria.



DE CANDOR, ENTERNECIDA FLAMA


ANGELITA, la de los ojos verdes,

flameantes pupilas cuyos oros,

relumbraban en una sonrisa luminosa

para solazarse en lluvia rutilante

de afectos y bondades a raudales.

 

ANGELITA, sutil nombre que solo evoca

fraganciosas volutas de presurosos andares

en rumorosas memorias: Bondad absoluta,

trinar de aves, luz de lucero, clarear de

Amanecer: Prodigio de regalos.

 

Tu alegría de vivir y la obsequiosa fineza

de ser feliz, permanecía en ti, beneficiosa

y pródiga. Tu sonrisa pregonaba a los cuatro

vientos, plegarias y triunfos para los tuyos.


A jóvenes damas liderabas con inquietudes

y sueños. Y a tus hijos, padres  y hermanos

entregaste lo mejor de ti.

Wilson, Juanito y Vitucho obtuvieron desde niños

ciudadanía de humanismo y libertad.

Ellos siguen tus consejos y consignas retozando ufanos,

jubilosos en los anchos predios del optimismo y el

permanente esfuerzo. Virtudes y apotegmas que

tú sembraste tesonera en sus jóvenes corazones.


ANGELITA, plenitud deslumbrante de flamas y

celajes desfilaban por tu enternecida voz.

Ataviada justo para hacer el bien,


¿Quién no amaría a un Ángel? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario