¿QUIÉN NO AMARÍA A UN ÁNGEL ? CAJAMARCA-PERÚ-AMÉRICA ANDINA: LA CANCIÓN QUE MORABA EN TI
TRÍPTICO PARA ANGELA ROBERTINA
ALBITRES MENDO
RECORDANDO SU
CUMPLEAÑOS: 15 DE ENERO
|
Óleo-Retrato pintado por el pintor trujillano ROBERTO RAMOS DE ROSAS |
LA EXTRAORDINARIA CANCIÓN QUE MORABA EN TI
Por LUIS ALBITRES MENDO
ANGELITA, dulce nombre que sabe
de tardes alborotadas con niños
retozones
a la vera de calles o en los campos
florecidos
de alfalfa y maizal en la frontera
del río
cuando azulean moradas, anaranjadas o
gualdas
las mariposas convertidas en
brillantes gemas en el aire.
Ellas ensayan rebeldes caracolas
inventadas
Sobre corolas de rojas flores silvestres.
El mar aún no estaba en tu lenguaje
Pero qué bien te hubiese sentado,
Esmeraldina lumbre en tu rostro de
marino matiz.
Enamorada del Amor, no encontraste un
alma gemela
Pero tú seguiste amando a los seres
humanos.
Tus amigas y familiares más próximos
supieron sagaces descubrir temprano
la extraordinaria canción que moraba
en ti.
Por eso vivías transmitiendo ondas
mágicas
Desbordando energías que revolotean
airosas
Para amenguar tristezas. Era fácil,
Se impregnó en nosotros la perenne
primavera,
que imprimiste en nuestras mentes,
¡Hermanita del alma!
Laboriosa hasta el cansancio
resplandecía tu sencilla reflexión
en tus quehaceres diarios,
descubriendo plenitudes para hacernos
felices por encima de todo.
Compartías la dicha que anidaba en tu
alma,
obsequiabas serenidad, seguridad y
cordura
y tu acogida afable hacía que los
niños
nos sintiéramos inmersos en el reino
de la paz e incólumes.
Estrella refulgente, plena de amor a
tus semejantes,
descollabas en simpatía y
despampanante atracción.
VERDES FLORECÍAN TUS PUPILAS
Bella cual mediodía en verano
irradiando clorofila, verdes
florecían tus pupilas
repletas de transparencias
sonrientes.
Tu presencia reflejaba iridiscencias
de sol,
destellos, rumores, alegría soberana,
tan servicial y oferente, tu bondad
prendía luces en el alma.
Manos de Ángel revolotean alrededor
nuestro,
el resultado esplende en exquisitas
ofrendas.
Suntuosas auroras, rosicler.
De la campiña toda la energía
reverdece en tu afán maternal.
Protectora diamante frente al mundo,
recuperando albricias en largas
faenas matinales.
Wilson, Juan Manuel y Víctor, tus
adorados hijos,
recuperan constantemente dulces
remembranzas,
esparciendo brisas de tu noble
ternura,
franca rebelión de magnolias y rosas.
Tu ensueño encalló en días infaustos,
pero jamás pasó por tu mente la
molicie
y más bien resolvías con inteligencia
las minucias cotidianas de la vida.
ANGELITA, muchachita de prosapia
solar,
Peregrina andante, cabellera al viento,
Mamá decía que eras la más diligente,
Para ti no existía menester sin solución.
De tus manos brotaban pececillos o aves
y la luna o los luceros eran solo
fantásticos rezagos de sueños y alboradas.
Joven te fuiste y la hermosura de tu espíritu
permanece lozano y notable en el recuerdo
perdurando intacto en la memoria.
DE CANDOR, ENTERNECIDA FLAMA
ANGELITA, la de los ojos verdes,
flameantes pupilas cuyos oros,
relumbraban en una sonrisa luminosa
para solazarse en lluvia rutilante
de afectos y bondades a raudales.
ANGELITA, sutil nombre que solo evoca
fraganciosas volutas de presurosos
andares
en rumorosas memorias: Bondad
absoluta,
trinar de aves, luz de lucero,
clarear de
Amanecer: Prodigio de regalos.
Tu alegría de vivir y la obsequiosa fineza
de ser feliz, permanecía en ti,
beneficiosa
y pródiga. Tu sonrisa pregonaba a los
cuatro
vientos, plegarias y triunfos para los tuyos.
A jóvenes damas liderabas con
inquietudes
y sueños. Y a tus hijos, padres y hermanos
entregaste lo mejor de ti.
Wilson, Juanito y Vitucho obtuvieron desde niños
ciudadanía de humanismo y libertad.
Ellos siguen tus consejos y consignas retozando ufanos,
jubilosos en los anchos predios del optimismo y el
permanente esfuerzo. Virtudes y apotegmas que
tú sembraste tesonera en sus jóvenes corazones.
ANGELITA, plenitud deslumbrante de flamas y
celajes desfilaban por tu enternecida voz.
Ataviada justo para hacer el bien,
¿Quién no amaría a un Ángel?
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