CARAZ-ANCASH-PERÚ: ROBERTO ROSARIO EN
SHICA SHICA DE LIMÓN
El narrador Roberto Rosario y el dramaturgo Áureo Sotelo |
ASOMBRO Y PLACER EN EL ANDE
Por LUIS ALBITRES MENDO
“SHICA
SHICA DE LIMÓN, de Roberto Rosario, es un libro de antología para lectores de
cualquier edad.
Los
puntos fuertes de este texto son sus agudas observaciones de la naturaleza y la
humanización de la fauna regional, todo ello aunado a una prosa de gran calidad
y belleza. Las vivencias de Roberto Rosario están impregnadas de sierra, de
Ande; se originan particularmente en su niñez, la cual transcurrió en la bella,
cálida y dulce ciudad de Caraz.
El autor
ha filtrado en este libro todas sus emociones y sentimientos, disponiéndolos a
manera de estampas, concatenadas con relatos breves de gran factura. El conjunto
resulta así unitario, con las características de una nouvelle.
Cabe
mencionar que el lenguaje de esta obra es altamente poético. Hay frescura y
candor en sus símiles y metáforas, que brillan como destellantes perlas.
Leer
este libro ha sido muy placentero para mí, y sé que lo será para ti también,
querido lector. Cuando ingreses a este maravilloso mundo, descubrirás que en él
celebra su magia la palabra”
OSCAR
COLCHADO LUCIO
(
escritor peruano de renombre, ha señalado en la Contracarátula)
CONTEMPORÁNEA, ANDINA Y PERUANÍSIMA
Efectivamente, SHICA SHICA DE LIMÓN, congrega relatos que nos conducen a desbordar
nuestra información acerca de la vida cotidiana de un niño en una ciudad
andina.
Lo sorprendente de su actitud, que en realidad
es algo natural en todo niño, su constante asombro frente a todo lo que le
acontece. Ello permite adentrarnos en una serie de rituales, costumbres y
tradiciones que, innegablemente, pertenecen a pueblos del Ande.
Aparentemente autobiográfica, la cotidianidad
de la vida de un niño, vista y transcrita a la escritura, explorando un
lenguaje adecuado a cualesquier lector: niños de 5 a 100 años.
Por contemporánea, andina y peruanísima, una
prosa, una vida infantil que despierta el interés de plurales lectores.
DETALLES INESPERADOS, SORPRENDENTES Y DELICIOSOS
Con un estilo llano pero repleto de detalles
inesperados, sorprendentes y deliciosos para la mente, la memoria y la
fantasía. Roberto Rosario, famoso por su conocimiento del universo infantil,
corroborado en estas narraciones cortas que juntas, conforman una novela breve.
El estilo pintoresco y colorista, contagiado
de la naturaleza, descrita con ojos de asombro y curiosidad. Relatos que poseen
un vínculo transparente con el espíritu niño que late en el corazón del poeta Roberto
Rosario.
Sus recursos literarios, su experiencia
cultural y el bagaje de sus lecturas, son aplicadas en esta producción,
entregándonos un libro de cuentos cortos que evocan la vida de un niño en
familia, signo de unión, concordancia y cercanía; de amigos y compañeritos,
compartiendo alegrías, travesuras y esperanzas. Sencillamente hermoso.
INICIALES GOCES DEL CAMPO: MARAVILLAS EN LA MEMORIA DE UN
NIÑO
Libro dedicado “A Caraz Dulzura, maravilloso escenario de mi infancia”.
LA CARTA
DE PAPÁ, nos pone al tanto de las albricias de un niño
cuya felicidad estribaba en conocer a su padre a quien aún no había visto
nunca. También es el inicio de una mudanza. Lima con sus tímidas garúas
quedando atrás, para arribar a una sierra verde donde sí llueve de verdad.
EL
VIAJE, crónica breve pero detallada de su travesía
hacia Caraz, donde es recibido por su padre con mucho cariño. La ansiedad por
llegar a Caraz emerge en este relato. Antes ha descrito en forma sucinta:
Conococha, Cruz Jirca, Huaraz, el Huascarán, Yungay y la hacienda San miguel.
LA VILLA
CARMELA: Un conciso recuento de lo que ve en la casa
que había rentado su padre para la familia. Los asombros no se hacen esperar y
el chiquillo recién llegado repite para sí: “No
sabría decir qué es lo que me causaba más placer en las mañanas: el trino
juguetón de las aves, el aroma de jazmines en la huerta o el olor a leche
fresca de la cocina de mamá”.
AMIGOS
NOCTURNOS, un concierto muy simpático, propio de una
ronda infantil pero con instrumentos y conductas de adultos. Ranas, grillos y
luciérnagas concuerdan en los cantos y hasta el adusto búho se une junto a su
vástago pequeño. Los peces en el agua curiosean. La luna y las estrellas son
las agasajadas.
EL
NÍSPERO cuenta la tierna historia del
autor-protagonista, quien por alcanzar sus frutos tuvo su primera caída, tuvo que acudir al hospital por comer
nísperos verdes y sin lavar. Su venganza y perdón sobrevienen como en un juego
de niños.
REVELADORAS ESTANCIAS DE UNA NIÑEZ FELIZ
En El VIOLINISTA
leemos con fruición respecto al violín: “El
instrumento trina como picaflor herido, maúlla como gato hambriento, pía como
polluelo abandonado; pero también sabe imitar el sonido del viento, del agua,
de la lluvia, el aletear de las mariposas, livianas y casi imperceptibles como
el vuelo de los ángeles”.
Como leemos, Roberto dispone de una narrativa
que atrapa al lector, por fluída y bella.
Ishico, el joven campa que a su vez es un
eximio violinista se explaya en “Cuenta
el violinista”, narrando la rara y apasionante historia del eucalipto que
no quiere morir. Este robusto árbol que se divisa desde lejos, era el orgullo
de la Plaza de Caraz:
“Esa
noche ocurrió algo muy extraño. Los perros aullaron lastimeramente sin cesar.
Los gatos, los búhos, los grillos y los sapos, venidos de sabe Dios dónde,
protestaron con furia. Nadie pudo dormir con tan inexplicable bullicio”.
Roberto
Rosario continúa contando la historia de su niñez, los
estudios iniciales de su infancia (El
JARDÍN), la turbulenta historia del arco iris (EL TURMANYUY), la desaparición de “LA GALLINA CHACHANA”, que le proporcionaba un huevo cada día, en “EL IDIOMA DE LOS ANIMALES” se nota
claramente sus creaciones en la onomatopeya.
Cuento de ánimas ( LA CASA DEL CURA AGUILAR ), en LAS
CALABAZAS la narración asume una amenaza terrorífica casi cinematográfica:
Ya no
eran solo las hojas verdes, sino también las flores amarillas las que habían
comenzado a brotar, enormes, melosas. Lo que en un principio fue aceptado con
resignación, se fue convirtiendo en motivo de preocupación.
El lenguaje es sencillo, pero la riqueza
lingüística cubre la narrativa, convirtiendo el relato en un precioso hilvanar
de una novela corta donde el tierno narrador se despacha con espontaneidad,
candor y cierta experiencia, que le concede el provenir de la Capital.
El encanto de esta obra radica en la mirada
infantil a todo lo que le rodea, pero con un toque poético que atrae y atrapa
por su aparente simplicidad.
Hay un constante esfuerzo por imitar los
diversos sonidos, otros tantos lenguajes, de insectos, instrumentos, y en
general todo elemento natural o artificial que produce sonidos, estruendos o
ruidos.
La onomatopeya, imitación de los ruidos
singulares o guturales, es la delicia de los niños en la escuela de cualquier
lugar del mundo. Lo repiten e imitan hasta el cansancio, con placer, pues luego
sobreviene la risa interminable.
ENCANDILADO CON DETALLES QUE SOLO UN NIÑO
Encandilado con detalles que solo un niño
curioso y juguetón descubre, el autor describe las casas donde residió en su
niñez, informándonos al mínimo de sus diferentes y ricas experiencias, de tal modo que nos enteramos de las vicisitudes que vivió en su infancia, que en su caso, fue feliz, a juzgar por los magníficos resultados de sus remembranzas, que asombran
por ser sumamente creativas y deslumbrantes.
LAS
CALABAZAS, cuento que tiene visos de surrealismo y que
me hace recordar las hipérboles del famoso libro LOS CUENTOS DEL TÍO LINO, abordado por dos grandes escritores
cajamarquinos, nacidos en la bella provincia de CONTUMAZÁ. Me estoy refiriendo
a MARIO FLORIÁN y ANDRÉS ZEVALLOS.
Continúa el sentido aterrador y apabullante de
LAS CALABAZAS: Cientos de guías emergían
haciéndose más y más densa la masa verde. Crecían tan rápido que casi había que
correr para no quedar atrapados entre sus hojas rugosas. (…)
Tanto
verde, tanto amarillo, tanta luz, hacía doler los ojos. Parecía un alud vegetal
inundando la huerta. (…)
El primero de noviembre, cuando el Padre Cornejo levantaba el cáliz en la
misa, divisó desde el altar mayor los zarcillos de calabazas; parecían
serpientes inquietas pugnando por ingresar a través de las ventanas del templo.
(…)
La gente
cosechaba calabazas como si fueran uvas de un parral. Los camiones se
estacionaban en las calles y los choferes arrancaban las calabazas que colgaban
como gigantescos focos de navidad. (…)
El sorprendente final, la solución que acabó
con esta plaga, después de muchas oraciones de los pobladores de esas tierras,
una alucinante tempestad:
El
granizo caía sobre los techos produciendo un ruido aterrador. Como si fueran
rocas, trozos de hielo del tamaño de limones rompían las tejas y abollaban las
calaminas. (…)
El sol
refulgía sobre los cerros, el techo de las casas, las calles, los patios y los
jardines, completamente blancos. Un metro de nieve sepultaba el valle, donde
jamás había nevado.
EL
CIRCO, LA TRILLA y SAN LORENZO, PATRÓN DE LOS VIENTOS, consignan el paso de los artistas en el pueblo y el trajinar de los
caballos sobre haces de espigas para separar la paja del trigo.
Un ritual
campesino en el Ande, narrado con suma naturalidad.
SER ANDINO EN EL PERÚ: LA FUERZA DE NUESTRA IDENTIDAD
En INDIO
DE PARÓN leemos los iniciales aprestos de un niño para identificarse como
auténtico andino.
Algo del acoso violento, el infaltable y
nefasto bulling desafortunadamente presente en escuelas y colegios y y otras travesuras, sirven de tema en LAS ABEJAS. Con la aparición del
compañero abusivo que recibió un castigo que pudo ser fatal para castigado y
castigador.
En PASTO
PARA LOS CUYES, nuevamente el abultamiento de los detalles, la exageración
( una mariposa enorme, tan grande que
parecía una paloma), (Era un sapo enorme, tan grande que parecía un perro.
Croaba fuerte, como si estuviera ladrando.), (“Cómo se te ocurre amarrar el
pasto dede que la pita verde era una culebra.)
Narraciones de terror como GUEGUE, el famoso cuento que, con
algunas pequeñas variantes, pero con muchas similitudes, esencia similar, se ha
propagado por todo el ANDE PERUANO: la cabeza rodante que se pega al cuello de
alguien que se acuesta con sed.
En CLASE
DE HISTORIA rescata el derecho del niño a disfrutar de su fantasía e
imaginación. En LOS PRACTICANTES se
confirma cuán importantes son los detalles en la memoria de los niños y su
inflamable observación.
Y recalcando lo que significa la Navidad para los
niños, REGALO DE NAVIDAD, es la
crónica no solo de las ansias y deseos de un niño, sino de las expectativas de
los menores frente a una fiesta ya clásica en la memoria colectiva: “¿qué le has pedido al Niño Dios?”
Nuevamente la fantasía del niño-narrador ha
surgido en SOY CONSTRUCTOR, informándonos
de la idiosincrasia de sus desvelos y esperanzas.
Pormenorizada narración en primera persona de
la enfermedad que sufrió un niño y cómo tomó consciencia de la causa de ello
para que no vuelva a suceder.
MI BARRIO: detallada descripción de Sacramento, barrio del narrador, frente a la
plazuela de Chiquinquirá en Caraz. Crónica de amigos, vecinos importantes,
sueños agoreros estando enfermo, enumeración y casi casi una mini monografía,
pues Flashito ( por Foto FLASH del padre) nos confiesa que era la tarea que
había recomendado el profesor. Magnífica técnica para que los niños aprendan a
expresar sus propias circunstancias y vivencias.
En EL
ICHIC OLLJO se ocupa del “extraño
personaje, el tan mentado diablillo del que me han hablado” y que se
aparece sobre la piedra del molino, realizando actos portentosos y todo ello
sucede durante un sueño.
Como colofón de la fiesta de PRIMERA COMUNIÓN, cuenta el recojo de
avellanas que no reventaron durante la misa, y fragorosa cabalgata a campo
abierto, haciendo del terno nuevo un estropajo que irá a parar al guardarropa
para que mamá no se entere…
En PACAYADA,
la cosecha de pacaes, deliciosos frutos, como obsequio de todo un árbol, es el
pretexto, para narrarnos cómo se celebra una pachamanca con piedras calientes.
Salen a relucir ingredientes de lo que constituye un banquete andino: carne,
papas, choclos, humitas, habas y ocas. No falta la canchita de maíz, trocitos
de queso y el brindis con la clásica chicha de jora.
Y la música no podía estar ausente. En el
repertorio del guitarrista invitado surgen canciones de la Pastorita Huaracina
y del Jilguero del Huascarán.
(El
delicioso postre de pacaes, dulce terciopelo rosado, es la cereza sobre el
banquete de la pacayada en LLullán. Callejón de Haylas, tierra prodigiosa…)
REPARTIENDO TROZOS DE CORDILLERA, DURÍSIMO TRAJINAR
El autor ha hecho de este cuento SHICA SHICA DE LIMÓN, el emblema de su
libro, el escaparate y el título. Y en realidad posee ese encanto infantil que
proviene de la orientación onomatopéyica, la ilusión dominguera de los niños,
quienes desde la misa ya no piensan sino en el placer que les espera en la
puerta de la catedral: la raspadilla.
Ya sea con jarabe verde de menta, rojo de
fresa, amarillo de tuna. Las raspadillas más solicitadas: de leche, naranja o
limón. (El Huandoy refulge con el sol,
empinado sobre la manta verde de los cerros, que riega con sus deshielos
cristalinos.)
Los niños no se imaginaban que tras del dulzor
de esas suaves golosinas estaba el durísimo trajinar de un campesino que traía
el hielo desde el nevado: ¿Protegería eficazmente su espalda el simple pellejo
que interponía?
COMO UN LLANO ENCENDIDO EN EL CREPÚSCULO
RECUERDOS
DEL ABUELO refulge con remembranzas felices del abuelo
sabio (Sabía tanto de cosas sencillas
como nadie puede imaginar. ¿Sabes por qué canta el gallo? ¿Por qué algunas flores duermen de noche?
¿Por qué las ranas viven en el agua? ¿Cómo se forman los lagos? ¿Cómo nace una
mariposa?
(…) El
abuelo Abel jamás llegó a la costa; en cambio, conocía cada rincón de la
provincia como la palma de su mano.)
Un rápido recuento, en pocas líneas, del
abuelo Abel y del padre, quien contó brevemente su prematura partida (Todavía no llegaba la carretera al pueblo.
Se viajaba a pie o en lomo de bestia. Una semana de viaje tomaba llegar a la
cumbre de Pumacallán, que era la mitad del camino. Desde allí se percibía la
costa distante (donde se perdía la vista), como un llano encendido en el
crepúsculo. Desde la punta de Pumacallán comenzaba el descenso lento y
tedioso.)
Aquí empieza la fantasía del niño: (“Lo imaginaba peleando con pumas, arrojando
rocas a los bandoleros, jugando con osos tiernos. A veces lo ayudaba
proporcionándole piedras para luchar con sus atacantes. De pronto, el niño aventurero
era yo, que, montado sobre potros veloces como el relámpago, aparecía en los
montes y en los llanos, disparando balas de plata como Roy Rogers en las
películas que pasaban en el cine Véliz los domingos.”)
LA VOZ DEL ABRUPTO DESARRAIGO
La voz del abrupto desarraigo y reflexión. Los
encontrados sentimientos que emergen por los contrastes y desencuentros tanto
físicos, geográficos, como emocionales, afectivos y espirituales.
(“Lo
mejor para mi era estar con mis padres. Qué emociones tan contradictorias
sentía ahora que volvía al lugar donde había nacido. Mi tierra no era Lima,
sino ésta que había aprendido a querer; donde había abierto los ojos a la vida,
a la naturaleza, a papá (que había dejado de ser un extraño). Para el común de
la gente, ir a Lima significaba un avance, un salto significativo; para mí era un retroceso.”)
La versión del viaje: cinematográfico,
sintético, asequible: (“El carro avanzaba
entre roquedales, bordeando el río cristalino que bajaba de la cordillera.
Ronroneando remolón como gato engreído, rugía su motor. Trepaba cerros
escarpados cubiertos por escasa vegetación. Era la puna solitaria. La paja
jugando con el viento, los patos silvestres flotando en los espejos de agua
congelada.”)
El colofón, un sueño paradigmático que refleja
de un modo rasante, la frágil y fugaz estadía en un mundo donde
indefectiblemente llegamos y partimos solos.
(“Un
niño descalzo miraba la arena blanca, interminable, desierta. Arena, mar y
cielo se unían a lo lejos y, como si fueran una cortina de tul, levantaban
vuelo. El niño descalzo se quedaba solo, flotando en la inmensidad del
universo.”)
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