DAVID MUÑOZ TUESTA
PINCELADAS DE LA INFANCIA
DULCE ENCANTO DE LO IRRECUPERABLE
Por Luis Albitres Mendo
Poemas rebosantes de
un encantador lenguaje, cargado de verdades eternas como son la alegría y
felicidad experimentadas intensamente al calor de las cosas simples de la
infancia.
David Muñoz Tuesta nos
lleva de la mano hacia el candor y la inocencia de aquellos tiempos. Refresca
la memoria en unos poemas de carácter original, los cuales rezuman el dulce
encanto de lo irrecuperable, en otras palabras, despierta al niño que todos
llevamos dentro y que constantemente pugna por renacer como resultado de oir
notas inspiradas en la poesía.
David saca a luz el
espíritu niño que habita en él y supera el desafío que se planteó al intentar
rescatar su lejana infancia. Se supone que escribir para niños siempre es un
proceso difícil. En el caso de Muñoz Tuesta, sigue a su corazón niño y triunfa
en el intento.
Transmite bella y
sencillamente lo que podríamos denominar reflexiones, desvaríos y arrebatos,
relacionados con la vida cotidiana de un entorno que vivió en la época de su
niñez. Y hoy al contemplarlos, asombrado, en pleno retorno, constituyen la
fuente de su proceso creativo.
Incentivando un
delicioso placer, el autor logra evocar épocas eglógicas de dorado recuerdo que
complacían nuestra edad y sueños infantiles con enorme satisfacción.
MÁGICOS DANZARINES DE AMOROSA
AÑORANZA
Mariposas y rosas;
palomitas, torcazas y quintecitos, colibríes amazonenses; perdices, moras y
tomatillos; loritos, la holgura de los maizales y su consiguiente correlación,
huanchaquito, pajarito enamorado… son otros tantos referentes que conforman la
fantasía de un poeta niño, son los mágicos danzarines de una inspiración
saturada de amorosa añoranza, aquella que brasileños y portugueses denominan
saudade.
Late en Corazón de Madre el amor filial de un
chiquillo que retorna fatigado y nostálgico. El Patio de la Casa arrastra un sinfín de recuerdos. La Plancha y El horno grande, con chispazos de humor niño resaltan olvidados
detalles.
EXULTANTE Y FELIZ, EL NIÑO QUE
LLEVAMOS DENTRO
El árbol y La olla completan, junto a El batán y La huerta, plurales anécdotas, todas afines a las actividades
cotidianas de un hogar, ese entrañable ambiente, guardado con celoso fervor,
por este poeta que escribe para sí y para ese niño que habita en todo ser
humano, aunque en algunos permanezca huraño y tímido y en otros, exultante y
feliz.
Mi
carrito de cajón, remata el libro con una empatía sin parangón. En realidad
se constituye en una fábula. El carrito de sólida madera, fuerte y resistente,
confeccionado por el padre del niño modesto, que parece ser el alter ego del
autor, venció al juguete caro del niño rico.
Y lo hizo, desde todo
punto de vista, no solo podía pasear a varios niños a la vez y tenerlos
entretenidos durante horas. También se convirtió en el juego predilecto de
todos sus amiguitos. Fue la atracción del barrio.
Este cuento enseña
solidaridad y camaradería. Socarrón, jocoso e irónico describe la victoria de
quien merece, por todos los merecimientos exhibidos, ser el triunfador.
He aquí el poema: “Al hijo del abogado/ mi vecino,/ le han
comprado un juguete/ muy caro.// Le
trajeron de Inglaterra/ un lindo carrito/ de pasear.// Él sentado pedalea/ y
recorre vuelta y vuelta/ el corredor.// -Préstame/ -préstame/ -dame una
vueltita,/ Le rogamos/ le pedimos/ por favor.// Los días pasan/ y siempre regresamos/
de la casa de Augustito,/ muy desilusionados.// No nos presta su carrito/ no
nos deja ni tocarlo/ su mamá le ha amonestado/ que a nadie debe prestar.// Mi
papá/ ya está enterado./ Pero no tiene dinero/ para comprarme/ uno igual.// En
cambio tiene/ una magnífica idea./ Sacó el cajón grande/ de madera/ debajo
de la escalera.// Uff/ …qué fuerte!/ Le
puso cuatro ruedas/ grandes/ fuertes/ de madera/ Y una gruesa soga/ pa jalar.//
Ya está listo!.../ Lo sacamos a la calle/ con mis hermanos/ y amigos./ Y qué
bien rueda/ en la vereda.// Qué bien corre y traquetea/ por las calles
empedradas./ Cuatro o seis muchachos/ dentro,/ dos jalando de la soga,/ dos
empujan por detrás.// Corre, corre,/ corre duro./ Qué maravilla los paseos/
corre, salta, traquetea/ en la vereda./ Unos suben,/ otros jalan/ Y todo es
algarabía/ y gritería,/ alegría sin igual.// Llegan muchos niños/ a jugar./ Una
vuelta a la manzana/ y un viaje largo/ por la plaza/ y la ciudad.// El pobre
Augustito/ se ha quedado sin amigos./ Todos los niños del pueblo/ vienen a
jugar con mi camión/ -Te regalo mi bizcocho/ y caramelos/ pa subirme a tu
cajón-./ …Bueno/ peeero primero/ te toca empujar!/ Augustito/ …cooomo suda,/ y
luego tiene que jalar!.../ Pa subirse a mi coche/ ahora tiene que sudar.// Todo
el mundo está enterado/ que los chicos de mi barrio/ ahora tienen su camión./
Cuatro o seis suben al carro,/ unos jalan de la soga,/ otros empujan por
detrás,/ todo es algarabía/ gritería/ y alegría sin igual.// Para subir en la
cuesta,/ todos tienen que empujar./ Ya llegando bien arriba/ todos de un brinco
al camión./ él arranca a toda prisa,/ corre y corre en la bajada.// Todos
gritan de alegría,/ todos cantan:/ -“Mi carrito corre solo,/ él ya conoce el
camino/ y poco a poco/ en el llanito/ va a parar”-.// Otra vez y otra más./ Hay
muchos niños que pasear./ todos esperan su turno/ y el juego no tiene fin/ y
hasta en las noches de luna/ se aprovecha pa jugar./ Ya los años han pasado/
mis amigos del carrito/ ahora pintan canas/ tienen lujosos automóviles,/ pero
nunca olvidan/ que el mejor paseo/ de su vida,/ lo hicieron cuando niños/ en mi
carrito de cajón.// Ni nadie ha tenido/
un juguete/ tan hermoso/ tan ruidoso/ tan alegre/ tan famoso,/ como mi
carrito de cajón.// …Y/ …¿Dónde estará Augustito?.”
Buenas Tardes. Hermano David. Felicitaciones por tu obra.
ResponderEliminarSoy Jose Luis León, de Maracay. saludos. Le invito a ver mia obras en: www.esculturasyotras.galeon.com
saludos.