sábado, 9 de mayo de 2015

DESAGRAVIO A UN COLOSO


DESAGRAVIO A UN COLOSO
(Tríptico que enarbola un despertar)
                                       Por Luis Albitres Mendo


I. PUMAKAYÁN HERIDO

Despojado de tus primigenias
estructuras,
yaces
ahíto de penas
y heridas.
Triste espectáculo ofreces
en una ciudad que orgullosa
debería mostrarte incólume.

Menoscabado te veo
Y es nuestra culpa, te confieso.
Por la desidia desplegada:
Perdón Pumakayán !
Contritos llegamos ante ti,
para defender tu integridad
y grandeza,
los esplendores de antaño
interrumpidos por la indiferencia
y la estulticia humana !

Me niego a pronunciar
una oración fúnebre, sería una necedad.
Aún hay signos de vida
en los muros de tu holocausto.
Frágil expiación que ahora toca tus puertas,
increíble olvido, fatal resignación,
horrendo conformismo, vergüenza colectiva.

Perdón Pumakayán!
Por haberte dejado solitario
a la interperie...
Por la tardanza en acudir
ante los estertores que anuncian
algo que no admite
tu aún resistente vitalidad
y permitir, por omisión,
que irresponsables e impasibles,
ocupen tus sagradas estancias.

Blasfema obnuvilación
jamás deberá repetirse.
A partir de ahora, decididos estamos:
¡Te lo prometemos
de verdad !!!


II.  PUMAKAYÁN VICTORIOSO

Terca resistencia Pumakayán
Aún no has muerto!
pese al ominoso desdén
de los tuyos.
Dolorosamente recreas todavía
la vista, persistente,
insobornable ostentas,
admirable Pumakayán,
lo que fuera luminoso centro
de multitudes.

Revelación pertinaz
de un mundo aparentemente
desaparecido, vagamente inerte
pero vivo en la actualidad
con su color cobrizo
y sus rasgos inconfundibles,
con su fortaleza, su tesón,
sus aportes a la humanidad
y sus grandes realizaciones
de enorme trascendencia.

Precoz antinomia
ayer glorioso, hoy día
inerme pero indomable,
grita al mundo las desidias
de los que se llaman paisanos,
coetáneos de tu desgracia.
Para colmo de males,
nadie denunció,
todos se coludieron
y te ignoran
hasta el presente.

Qué absurda maldición
cayó rauda sobre ti
noble Pumakayán,
para que tus alamedas
de piedra cayeran por
los suelos,
desmantelados tus muros,
desoladas tus entrañas...

Excelso Pumakayán,
en nombre de los peruanos
te pido perdón.
Haber pecado por omisión
tantos años desperdiciados
y no haber levantado
nuestras voces...
como si tu silencioso
canto de auxilio
se hubiera perdido
en el espacio.

Mas tu secreta solidez existe
oculta a la vista humana
y los lánguidos estertores
de tu no deseada muerte
estrujan el alma de los que
pasamos junto a tu vera. 

Pero, valiente Pumakayán
Tú existes ! ¡Insurrecto!
¡Vibrante ! ¡Firme!
Ten ánimo Maravilloso Pumakayán!
Resiste !
Las fuerzas están llegando,
el momento de tu resurrección
¡Ya empezó !!!

III. PUMAKAYÁN RESURRECTO

Invadido por mi propia gente
me conduele ver su hacinamiento
y la mezquindad de los que
observan, pasan y no hacen nada,
incluyendo a vecinos, autoridades,
pasajeros...

Hasta cuándo mi martirio
y mis desvelos Oh muros derruídos
otrora espaciosas alamedas y
torreones triunfantes !
Dónde quedaron los orfebres y arquitectos,
los guerreros, las bellas vestales,
los ceramistas y la esbelta juventud ?

Hasta cuándo desesperanzado,
iré muriendo de a pocos,
impotente y deleznable a los ojos
de muchos que me describen
indeseable...

Oh raza que procedes del rayo
y de la lluvia, toma conciencia
y no dejes que triunfe el imperio
de la orfandad en lo que fue
centro y ombligo del fervor de
tu progenie.

Que el sol que alumbra tus
pasos cotidianos, Huarás querido,
irradie tu mirada, ilumine
tu mente y expanda la memoria
colectiva de viandantes y viajeros.
Que todos al unísono rompan
los obstáculos que ponen fenicios
y extraños a la causa.

Que pronto brillen días sosegados
y radiantes para ver de nuevo
el esplendor de mis diáfanas mansiones,
la cantarina voz escuchar de doncellas y
mancebos, de ancianos, niños e infantes,
canturreando gozosos,
correteando alegres, felices de la vida,
trabajando mancomunadamente
ayudándose uno al otro,
compartiendo el amor, la chicha y el pan.