miércoles, 25 de septiembre de 2019

JUAN OBLITAS CARRERO: RASTROS Y SONIDOS QUTEQ Por JACINTO LUIS CERNA CABRERA



JUAN OBLITAS CARRERO


PRESENTACIÓN DEL LIBRO RASTROS Y SONIDOS QUTEQ


Por Jacinto Luis Cerna Cabrera

(Profesor de Lengua y Literatura)


El autor de la obra Rastros y Sonidos Quteq, el profesor Juan Oblitas Carrero, es natural del sitio de Chigrip (Chota), pero luego se naturalizó cutervino, donde vive actualmente. Allí es docente del CEBA “Toribio Casanova”. Durante más de 32 años viene promoviendo el desarrollo de la identidad cutervina. Desde muy joven, estudiante de secundaria aún, formó parte del grupo folklórico “Kory”. Asimismo, al frente del grupo “Haravikus”, desarrolló una fecunda labor de difusión de la música cutervina, peruana, y latinoamericana en diferentes pueblos y medios de comunicación social.


Como comunicador social impulsó los programas radiales: La Revista Musical de los Pueblos “Canta, cholo, canta” (18 años) y “Perú profundo”, por Radio ilucán. Llegó a presidir la Asociación Nacional de Periodistas del Perú, Filial Cutervo.


Se interesó por descubrir la riqueza cultural de los contenidos musicales de las pechadas (tristes) y la cajita cutervina. Los resultados fueron publicados en un fascículo titulado Los últimos vientos del Ilucán (1999).

El escritor que nos ocupa esta tarde, Juan Oblitas Carrero, ante el inminente proceso de extinción de la cajita cutervina, ha emprendido gestiones para salvaguardar esta expresión emblemática de Cutervo. En este afán, en 2013, presentó ante la Municipalidad Provincial de Cutervo una solicitud de reconocimiento de la cajita cutervina como patrimonio cultural de la provincia. Su petición se hizo realidad en 2017, durante la gestión del alcalde provincial, profesor Aníbal Pedraza Aguilar. Este hecho le sirvió para que elaborara un nuevo expediente para solicitar al Ministerio de Cultura que declarara a la cajita cutervina como Patrimonio Cultural de la Nación.


La labor de nuestro autor no solo se circunscribe a rescatar y preservar la cajita cutervina, sino otras expresiones artísticas ancestrales que aún perviven en los Andes. También vuelca su preocupación a la defensa de la música criolla y la música trova latinoamericana que se hallan muy desatendidas por falta de políticas culturales concretas de los diferentes gobiernos. Pues, estamos frente a un verdadero maestro líder que desarrolla su función docente más allá de las cuatro paredes del aula; es decir, no forma parte del común de los profesores. Se trata de un destacado maestro que despliega una inmensa labor social y cultural en pro del desarrollo de Cutervo, Cajamarca y el Perú.


Los testimonios más fehacientes de su calidad profesional salen a la vista cuando en 2017 obtiene el Primer Puesto en Poesía, en el Concurso Vanguardia
Literaria Cajamarquina, con su obra: Sueños Albos. Y, al año siguiente, 2018, ha obtiene el Primer Puesto en Narrativa, con su novela Ángeles de Otoño. Asimismo, tiene varias distinciones tanto en su tierra como en otros lugares, tales como: Laurel Trilce de Oro, y la Llave de la Ciudad que le ha otorgado la Municipalidad Distrital de Quiruvilca y Laurel Piedra Negra sobre Piedra Blanca que le ha otorgado la Municipalidad Provincial de Santiago de Chuco, entre otras distinciones.


Rastros y Sonidos Quteq es un trascendente ensayo que versa acerca del arte musical de Cutervo, Cajamarca y el Perú. Quteq es un vocablo que deviene del quechua kutiy que quiere decir “volver” y el sufijo –q es un agentivo que significa “el que”; es decir, “el que vuelve”. Todo el título, incluida la palabra quechua, se leería: “Los rastros y sonidos que vuelven”. Y en buena hora, pues, se trata de rescatar, preservar, revalorizar y difundir nuestra música y los instrumentos de viento ancestrales que, felizmente, aún quedan en esta parte de la región andina del Perú.


En la primera parte, el autor nos habla de la identidad (Del b. lat. identĭtas, -ātis). f. Cualidad de idéntico. ‖ 2. Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. ‖ 3. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. ‖ 4. Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca. El autor en este punto nos habla de la identidad como problema. Esta que, muchas veces, el poblador común la pretende negar. Precisamente, porque, desde la escuela nos obligaron a despreciar nuestra forma de ser, nuestra cultura, nuestra música y, lo más doloroso, a negar y despreciar nuestra raza originaria, nuestros abuelos y hasta nuestros padres. Tal como dice Luis Guillermo Lumbreras: “Cuando se democratizó la educación pública y se extendió hacia el campo y los lugares más alejados del país, se hizo con textos y programas redactados por los criollos que viven en Lima y, desde luego, en castellano. Así se logró que los niños indígenas y mestizos quechuahablantes aprendieran a tener vergüenza de su lengua y por tanto de sus padres y, al final de cuentas, de todo lo que podría ser el patrimonio cultural asociado a eso. ¿Qué identidad podría, pues, tener quien aprendía que para ser peruano debía parecerse a los otros y no ser como era él mismo?”


Esta realidad no se condice, en absoluto, con la escuela actual, cuyas políticas curriculares no concurren jamás al fortalecimiento de nuestra identidad; pues, no existe ninguna área (asignatura) que promueva el aprendizaje y sostenimiento de nuestras lenguas originarias, tales como el quechua, aimara, awajún, kawki, haqaru y las más de 40 familias de lenguas nativas de la Región Amazónica. Contrariamente, las políticas educativas están orientadas hacia la extinción de estas lenguas y, por ende, de sus sendas y fecundas culturas. Una prueba fehaciente reside en la enseñanza de tres (3) horas de Inglés en la escuela primaria, cinco (5) horas de Inglés en los colegios JEC y diez (10) horas de Inglés en los COAR del Perú. Con ello se busca, lógicamente, anglicanizar nuestra patria. Con mucha razón, la Dra. María Rostorowsky ha dicho que el Perú es una nación acomplejada. Por este
motivo, creo yo, surge el trabajo tesonero, objetivo y oportuno de Juan Oblitas Carrero en nuestra región Cajamarca.


Asimismo, al abrir las páginas de tan valioso libro, el autor nos habla de Cultura, y, de hecho, nos obliga a hablar de infracultura (que se refiere a los comportamientos, y que tiene sus raíces en el pasado biológico del hombre. Por tanto no puede ser cambiada jamás), la precultura (que hace referencia a los aspectos fisiológicos y está orientada hacia el presente aquella que sí puede ser cambiada al influjo de una nueva sociedad), y la microcultura (cuyos aspectos son los rasgos físicos, semifijos e informales; es decir, que tiene que ver con las distancias que observan lo individuos en sus procesos comunicativos: sociópetas y sociófugos); pero también estamos obligados a hablar de contracultura, es decir, de una actitud revolucionaria de la actual estructura social injusta entre los seres humanos. En esta parte hace puntuales distinciones entre interculturalidad (comunicación que experimentan dos o más culturas en igualdad de condiciones, es decir, con mutuo respeto), multiculturalidad (referida a la multiplicidad de culturas que existen dentro de un determinado espacio) y pluriculturalidad (que sugiere una pluralidad histórica y actual, en la que varias culturas conviven en un espacio territorial y juntas hacen una totalidad nacional).


De otro lado, nos habla del patrimonio que es la expresión del origen del grupo social, de su estilo de vida, desarrollo transformación e incluso decadencia. El patrimonio ‒dice el autor‒ es la identidad cultural de una comunidad y es uno de los elementos que pueden generar desarrollo en un territorio mediante el equilibrio y la cohesión social. Nos habla del patrimonio material y patrimonio oral o inmaterial. Hasta que nos habla de la identidad cultural (conjunto de rasgos culturales, costumbres, valores y creencias de las personas que las hacen parecerse a sí mismas y no a las demás). En este mismo sentido, nos habla de la lengua y los localismos, de ese buen acervo lingüístico propio de la comunidad; nos habla de la espiritualidad, las fiestas, creencias, gastronomía, la música y la etnomusicología. En esta parte nos habla de la música y la escuela; la enseñanza y el canto y la danza; las estrategias de los procesos de enseñanza–aprendizaje. Por supuesto, se da el lujo de explicarnos las características de un currículo por competencias y de las teorías psicológicas del aprendizaje. Se detiene explicándonos la teoría de Ausubel y su aprendizaje significativo; la teoría de Paulo Freyre y la educación como práctica de la libertad y, por cierto, la negación del analfabetismo y el análisis de la educación bancaria. Hasta que llega a las inteligencias múltiples de Howard Garner (inteligencia lingüística, musical, lógico-matemática, espacial, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal, físico-cinestésica, naturalista-pictórica. Posteriormente nos habla de Daniel Goleman y la tan necesaria inteligencia emocional.


En el Capítulo III no habla de la vuelta a las raíces, es decir a nuestros artistas originarios y nuestra música ancestral. Acá desfilan varios artistas de las quenas y la flauta y la caja. El paso del yaraví al huaino festivo. También nos habla de la antara o andara, de la flauta doble o melliza y sus principales ejecutantes.

Merecen mención especial aquellos músicos tradicionales, como “Los Pachachacas de Cutervo”, el “Trío Ilucán”, el “Dúo Blancos Arenales”, el “Dúo Los Claveles de Conday”, “Dúo Yacante”, entre otros. Y, en seguida, nos presenta una lista larga de ejecutantes de la cajita cutervina: Juan Flores, Nativo Ramírez, Gilberto Lozada Sánchez, Miguel Quispe, Miguel Montenegro, Rómulo Martínez, Octavio Salazár, Pedro Nauca, Arcadio Rivera, Serapio Flores, Lutgardo Alarcón, Emigdio Quispe, Julio Flores, Lucio Quispe, Ricardo Rodríguez, Manuel Hurtado Gálvez, Aurelio Pérez, Víctor Pérez, Simeón Flores, Alfredo Zúñiga, Rosas Flores, Guzmán Flores, Domingo Cubas, Segundo Quintos, Buenaventura Flores, Luis Rodríguez Coronel, Natalio Vásquez, Julio Medina, Rosario Medina, Santos Medina, Julio Barturén, Santiago Espinoza, Julio Castro, Andrés Delgado, Rogelio Sánchez, Gabriel Guevara, Rudórico Guevara, Francisco Chilcón, Manuel Lozada, Segundo Lozada, Sixto Horna, Juan Tello, Humberto Muñoz, Humberto Flores, Segundo Heredia, Luis Ramírez, Víctor Uriarte, Máximo Barón, Manuel Martínez, Félix Coronado Flores, Félix Carranza, Navarro, Victoriano Díaz, Gilberto Díaz, Gabriel Sánchez, Mariano Bazán, Gerardo Delgado, Amado Collazos, Teodoro Flores, Aurelio Rodríguez, Marcial Segura Muñoz, Abelardo Niño Ladrón de Guevara, Juan de Dios Heredia, benjamín Vílchez Muñoz, etcétera.


En el Capítulo IV nos da a conocer el proceso de la aculturación. Cómo es que algunos instrumentos musicales llegaron a nuestra patria; a pesar de que en nuestra región teníamos los propios instrumentos de viento. Nuestros antepasados fueron muy buenos en este arte musical. Así lo dice Garcilaso de la Vega en sus Cometarios Reales. El autor de Rastros y Sonidos Quteq nos hace una lista larga de cultores de los instrumentos musicales de Cutervo y sus respectivas canciones, y de Cajamarca y el Perú. Considera como grandes propulsores al musicólogo español Juanma Sánchez, al argentino Carlos Vega y a nuestros compatriotas José María Arguedas y Josafat Roel Pineda. Del mismo modo evoca la presencia de varios conjuntos de música criolla, con el agregado del uso de instrumentos de cuerda, como la guitarra, el violín, el banjo, estos últimos confeccionados por Sergio olivera Chávez. Por ello nos habla del banjo en las sonatas de Cutervo. También menciona la sonora mandolina, desde Carlos Tello hasta nuestros días. Así, desfilan varios ejecutantes de estos instrumentos de cuerda asentados en Cutervo, tales como: Sergio Olivera Chávez, Germano Ríos Delgado (Gima), Romel Martínez Díaz, Roberto Alfredo Alarcón Quispe, Felipe Villacorta Vílchez, Ricardo Camacho Collazos, Hermógenes Olano Guevara, entre otros. De otra parte, nos informa de los poetas de la canción criolla, como Arístides Monsalve Vargas (Añoranza cutervina), Erasmo Flores Monsalve (Paisana mía), Ricardo Camacho Collazos (Mi cutervina), Olinda Berríos Altamirano (Cutervo), Nórvil Rojas Delgado (¡Qué cutervina!, Perla de los Andes, etc.), Néstor Román Collazos Olivera (A Castilla), y otros más.


Finalmente, en el Capítulo V nos habal de la introducción de los instrumentos de cuerda occidentales y el cultivo de la música criolla, es decir, como expresa el autor, de la copla al criollismo cutervino. Hasta fecha tenemos en la provincia de Cutervo algunos conjuntos de música criolla; pero son dejar de lado la cajita y el triángulo de la tierra. Por todo ello, la publicación de este libro, Rastros y sonidos quteq se constituye en un valiosísimo documento para futuras investigaciones por la preservación de nuestra música ancestral cutervina, cajamarquina y peruana.


Cajamarca, 28 de agosto de 2019.