domingo, 23 de agosto de 2020

MIGUEL ANGEL DÍAZ: EN LA CRESTA DE LA PASIÓN ARTÍSTICA . Por Luis Albitres Mendo

A UNOS MESES DE SU PARTIDA, COMO UN HOMENAJE PÓSTUMO

MIGUEL ANGEL DÍAZ


EN LA CRESTA DE LA PASIÓN ARTÍSTICA


Por LUIS ALBITRES MENDO


MIGUEL ÁNGEL DÍAZ DÁVILA (Celendín, CAJAMARCA, 1942), pintor, escultor, muralista, profesor de arte, destacada personalidad de la plástica nacional, es un artista de larga trayectoria. A través de su múltiple producción hace patente su proverbial y obstinado afán de crear.

Pintor autodidacta, infatigable trotamundos del Perú milenario. A los quince años, en compañía de un poeta de diecisiete, recorrió norte y sur del país, principalmente Arequipa, Puno y Cusco; bebiendo desde temprana edad en las ancestrales fuentes de la inspiración nacional y creadora. MADD (nombre artístico con las iniciales de su nombre propio) está integrado a la pintura trujillana desde 1973.

Nació en Celendín (Cajamarca) y tras una vertiginosa, inquietante e intensa carrera artística (exposiciones por el interior del país de 1962 a 1972) ha venido a enriquecer con sus originales concepciones artísticas, el panorama de la plástica norteña del Perú.

 Su obra pictórica, además de ser una exquisita prolongación del arte peruano antiguo (parece que su inspiración tiene una procedencia de las culturas Nazca, Paracas y Mochica-Chimú), desentraña los resortes precolombinos que motivaron una primavera artística, un florecimiento de admirable creatividad en aquellos inmemoriales tiempos.

Miguel Ángel alarga esa persistencia, esa atávica indagación…en exhibiciones que objetivizan sutilezas de un arte llamado a generar una gama cromática entremezclada de simetrías y esplendor.

Al contemplar sus cuadros llegamos a la conclusión: Se trata de un artista en cuyo pulso, la materia inerte y fría (trozos de aluminio) se transforma en objeto de belleza, enjundia, ternura y vitalidad (Alúmino-Art). Pródigo en sinuosidades y rectas sugerentes, insinuando mil fantasías, emociones y sentimientos.

Talentoso explorador de las líneas, las formas, las vibraciones y el color. Tiene una ligazón lírica que alcanza los albores de un vuelo cósmico e insólito.

El aspecto arquitectual de los cuadros le concede una vigorosa y tensa emotividad. Es el suyo un arte realizado con firmeza, con recio estilo, sólidos recursos y maestría en la técnica.

Sutil temperamento poético, fuerza y ritmo internos: Inmanencia telúrica. Visión cósmica con figuras significativas cargadas de fibra y de símbolos.

Además de pintor notable, es un conspícuo acordeonista. Prácticamente “hace hablar al acordeón” utilizando un manido y popular clisé; yo diría “hace cantar a las teclas” con el maravilloso y rapidísimo movimiento que le imprime a sus dedos.

Y con la misma jerarquía dominaba la interpretación del saxo. Con ALBERTO CORTEZ hacía un dúo notable. Ambos imponían su dominio musical.  Incontables noches de música y bohemia atestiguan la veracidad de este aserto.

La mejor  definición de la vocación artística de Miguel Angel: Constante y apasionada búsqueda de una expresión plástica que sature la insaciable e insatisfecha pasión de crear.  

(Este artículo fue escrito cuando Miguel Ángel Díaz Dávila estaba escalando la cúspide de su creatividad. En próxima entrega lanzaremos las interesantes respuestas del artista a una singular entrevista, publicada en el Suplemento del Diario La Industria de Trujillo del domingo 10 de Setiembre de 1978, pág. 7. Acabamos de editar solamente la introducción a dicha entrevista.)

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